•  
  •  
 

“No Hay Revolución Sin Canciones”: State, Revolution, and Music in Chile and Cuba

Abstract / Resumen / Resumo

Abstract

Cuban Nueva Trova and Chilean Nueva Canción were part of a continent-wide political-musical movement known as Latin American New Song. Largely inspired by popular political uprisings throughout the continent in previous decades, musicians began to recognize their potential role in fostering counterhegemonic discourses. Throughout the tumultuous years of the 1960s and 1970s, New Song’s relationship with the state transformed dramatically, nowhere more so than in the deeply connected political contexts of Chile and Cuba. Closely associated with Chile’s Unidad Popular during Salvador Allende’s election campaigns, Nueva Canción artists came to serve as ‘cultural ambassadors’ following his election. Simultaneously, Nueva Trova was developing as Cuba’s revolutionary government took root. In both Chile and Cuba, New Song music began in resistance to old regimes and support for new revolutionary forces. However, in 1973, changes in each nation led to transitions in the political use of music by the people, the government, and the musicians themselves. In Chile, Nueva Canción became a symbol of resistance following Pinochet’s coup, while Cuba’s institutionalization and regulation of Nueva Trova both solidified it as a symbol of the state and created new possibilities. In this article, the circulation of New Song across the Chilean and Cuban contexts is traced to complicate the narrative of the genre as primarily oppositional and to illustrate how revolutionary culture can articulate with the state in complex, diverse, and dynamic ways.

Resumen

La Nueva Trova cubana y la Nueva Canción chilena fueron parte de un movimiento político-musical continental conocido como Nueva Canción Latinoamericana. En gran parte inspirados por los levantamientos políticos populares en todo el continente en décadas anteriores, los músicos comenzaron a reconocer su potencial papel en el fomento de discursos contrahegemónicos. A lo largo de los tumultuosos años de las décadas de 1960 y 1970, más que en ningún otro lugar la relación de la Nueva Canción con el estado se transformó dramáticamente en los contextos políticos estrechamente vinculados de Chile y Cuba. Estrechamente asociados con la Unidad Popular de Chile durante las campañas electorales de Salvador Allende, los artistas de la Nueva Canción llegaron a servir como "embajadores culturales" después de su elección. Simultáneamente, la Nueva Trova se estaba desarrollando a medida que se arraigaba el gobierno revolucionario de Cuba. Tanto en Chile como en Cuba, la música Nueva Canción comenzó como resistencia a los viejos regímenes y apoyo a las nuevas fuerzas revolucionarias. Sin embargo, en 1973, los cambios en cada nación llevaron a transiciones en el uso político de la música por parte del pueblo, el gobierno y los propios músicos. En Chile, la Nueva Canción se convirtió en un símbolo de resistencia tras el golpe de Pinochet, mientras que la institucionalización y regulación cubana de la Nueva Trova la solidificó como símbolo del Estado y creó nuevas posibilidades. En este artículo se rastrea la circulación de la Nueva Canción en los contextos chileno y cubano para interrogar la narrativa del género musical como principalmente opositor y para ilustrar las complejas, diversas y dinámicas articulaciones entre la cultura revolucionaria y el estado.

Share

COinS